viernes, 1 de agosto de 2014

“Flores sobre el orín”: Resistencia gay en los `70


La obra de teatro escrita por Alejandro Modarellí, cuenta sobre la relación erótica y sexual entre la Lisette, una “loca” que gobernaba los baños públicos de la línea Mitre en época de dictadura, y un policía de moralidad. Desde esa historia, narra la resistencia de la comunidad homosexual a la represión militar.




La obra se construyó en base a una investigación realizada en co-autoría por Modarelli para el libro “Fiestas, baños y exilios”. Documentos y testimonios sirvieron para reconstruir la vida cotidiana de los gays en época de dictadura militar, cuando se intensificó la represión en un país de tradición homofóbica. Los gays eran vistos como subversivos y perseguidos por ello. Para resistir, las estrategias de resistencia eran creativas.

La obra "Flores sobre el orín" habla justamente de esa resistencia. “Pero trata de otro tipo de resistencia, no de la negación absoluta y las armas, sino afirmándose en el propio eros, la vida, lo erótico por sobe el orden de la muerte”. Los baños públicos y los cines eran la grieta, los lugares más imprevistos donde se producían las reuniones y encuentros sexuales.

Un triángulo amoroso, “infame”, es el núcleo dramático de la obra dirigida por Jesús Gómez y que se está presentando en el Teatro Payró en la Ciudad de Buenos Aires. Un policía de moralidad, su esposa y la Lisette, la regente de los baños públicos de la línea Mitre en la Capital Federal, son los protagonistas. Modarelli relata que eligió escribir la obra desde el lugar de los perdedores, incluso señala que el policía es un perdedor, porque es parte de la fuerza más despreciada dentro de la Policía y termina siendo expulsado por su relación con la Lisette: “Para los gays eran lo peor, pero para la policía también eran lo peor. Imaginate que su trabajo era revisar los baños a ver si encontraban gente cogiendo”, explica.

Dentro de la comunidad gay, por supuesto, habían matices. Gays de derecha y gays de izquierda, de clase baja y alta. Y no era lo mismo ser un gay de barrio que un hijo de un diplomático, que podía hacerlo zafar de la represión, relata Modarelli. Flores del Orín también cuenta eso, de como “aquellos de la comunidad que partían de una misma forma de desear pero su ideología era muy diversa, encontraban en los mismo cazadores una forma de atracción”.

Política  y sexualidad

“Pero tampoco es que esa resistencia erótica quedaba en la resistencia de la cintura para abajo”, remarca Modarelli, y recuerda que “se había disuelto un poco antes de la dictadura el Frente de Liberación Homosexual, en los ´70,  que busco siempre una alianza con la izquierda revolucionaria que fue fallida, porque en esa época la izquierda seguía siendo muy reacia a la homosexualidad”. Así, el autor agrega que tanto la izquierda como los demás partidos de distintas vertientes, e incluso buena parte de los procesos latinoamericanos, formaban parte de esa “repulsión a la homosexualidad”.

En Argentina,  la represión a los gays fue una constante en gobiernos militares y democráticos, y en dictadura se sumaba que “había una saña especifica al gayAhora, de ahí a que hubiese un plan sistemático, como lo hubo de desapariciones y robo de bebes, creo que no”, opina Modarelli.

La obra “cuenta una gesta de resistencia de los cuerpos que por supuesto es política, porque hay un cruce entre política y sexualidad”. La represión a la comunidad gay fue poco contada y el autor compara la dificultad de que la sociedad denuncie esos crímenes, con la dificultad para que se  condene los crímenes sexuales contra las mujeres. En el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, el “Nunca Más”, no se hablo de los gays. Sobre esto, Modarelli explica que “Carlos Jáuregui –activista de gay en los ´70 y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina- habló con Marshall Meyer, integrante de la CONADEP, y Meyer le dijo que había cientos de casos donde había una saña particular por el hecho de ser homosexual en la tortura,, era como un añadido que provocaba una mayor perversión en el verdugo”.

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